monoimitamonos: abril 2007

Hay una mancha encima de su escritorio desde hace demasiado tiempo. Un cerco marrón, sobre la mesa blanca, de alguien que posó allí un vaso, una taza, lo que sea.
Una mancha que no va a limpiar porque hay veces que no hace las cosas.
Cree que está bien que haya cosas que sabes que no vas a hacer, y que si al final las haces sigue dando igual. De hecho puede que limpie la mancha más tarde.
Repara en el reloj y se da cuenta de que es demasiado tarde. No ha aprovechado la última hora. No está aprovechando el tiempo que ella le ha regalado para estar solo, porque sencillamente es demasiado poco tiempo como para intentar hacer algo con él.
¿Acaso no sabe hacer pequeñas cosas? ¿O puede que las pequeñas cosas que él considera de ese tamaño sean tan pequeñas que siempre las está haciendo, y por eso no tiene necesidad de hacer más?
No va a limpiar la mesa, no va a terminar de limpiar el salón de su casa. No va a llamar a Uru para ir a tomar algo por ahí, ni la va a invitar a ver una película en su casa porque después no se va a querer ir y él tampoco va a querer y va a ser como siempre, y es verdad que es demasiado poco tiempo para dedicarse a Uru. Tan poco y tan ridículo que no la va a llamar.

Vuelve a colocar el teléfono sobre la mesa, al lado de la mancha marrón.

-“Creo que es de un vaso de una vez que…” -se dice.

Y sigue con lo suyo. Ordena papeles de hace cuatro meses, exactamente sin ordenar desde la última vez que ella se fue unos días. Recuerda con viejos tickets la cantidad de dinero que se ha gastado en cosas que no sabe cuando utilizará.
Y elige seguir haciendo eso, y puede que luego llame a K para seguir haciendo nada, y para decirle que en una tienda del centro venden el disco nuevo de Los Planetas a 9€, y no a 18, como en la fnac.