22 de febrero de 2007

un burdel en tu mirada

Idéntica era la cita que anteriormente Uru Kia le había recordado, por lo menos diez años ha, como idénticos eran los peces luna que se alejaban nadando frente a su asombrada mirada.
Bake, casi dos metros de guerrero Maen, miraba los peces como si fuese la primera vez que los había visto.
Si no fuese porque todas las cosas que había vivido se las había inventado una tras otra, se diría que la vida puede sorprenderte, a veces, con agradables coreografías de patrón irreconocible.
Bake se aleja del acuario y decide regresar a la conversación que Uru aún mantiene.

- “…aunque no se sabe, nunca, lo que realmente puede dar de sí la maldad de una persona… y esto no sé si lo puede decir todo el mundo. Decirlo sí, pero no sé si podrían decirlo de verdad, ya me entiendes…”

Bake regresa de una milésima de segundo alargada más de lo necesario.

- “No sé. Desde que descubrí que mi martillo aplastaba todas las cosas hace tiempo que no me plantéo según qué cosas. Martin murió hace ya tres años de un solo golpe. Todo es mejor desde entonces.”

Bake y Uru sonríen mientras vuelven a fijarse en los peces luna, bailando, y moviéndose al unísono por el azul verdemar del acuario. Por lo menos uno de ellos no está seguro de todo de lo que ha dicho, pero no puede evitar aceclerar su pensamiento hasta un punto en el que es posible que lo que han acordado sea cierto de todo punto.

- “Cuando eres capaz de previsualizar tu propia manera de pensar y darle la vuelta varias veces sin perder el foco, incoprensiblemente el martillo se hace más necesario.”
- “Y debería de ser al contrario.”
- “Ya. Pero no.”
- “Ya.”

Ambos esperan un breve instante hasta que todo pasa. Se ponen en pie y salen por las puertas cortina de satén verde. Vuelven al burdel y allí está Are, con los mismos ojos que cada verano, esperando y poniéndose cada vez más guapa.
Baek no puede evitar pensar que el mundo se va inexorablemente a la mierda.

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