4 de junio de 2007

Hijo, en esta vida para ser chulo, además de tener cojones hace falta tener pasta.

“Es curioso cómo a veces llegamos a donde realmente queremos estar sólo con desearlo el tiempo suficiente”- es lo que piensa cuando bajando las escaleras del hotel repara en en que al otro lado de una de las ventanas que se ha ido encontrando en su descenso, lo que ve es el mar. Y lo que lleva puesto es un traje agradable y cómodo. Y esas cosas que piensas cuando vas a donde quieres ir.
A veces se le olvida eso, pero a veces no, y es entonces cuando da un salto hacia delante, o hacia atrás, y rebobina como una grabadora para escucharse anteriormente.
“Lo importante de todo es la realidad alternativa que nos ha tocado vivir”- y automáticamente se imagina viviendo en un libro de Phillip K. Dick, o de William Gibson, o algo peor… Y es en el libro en el que está viviendo donde sucenden las cosas.

“No sé si me creo lo que veo todo el rato, y si cuando toco algo es para cerciorarme de que es real y está aquí todo el tiempo. Mañana cuando me despierte por la mañana puede que ella no esté a mi lado y tenga que hacer lo que sea que haga en esa realidad aparente. Y de veras espero que si eso ocurre sea por la mañana, y no por la tarde, a la hora de la siesta. Entonces no lo podría soportar y seguro que saltaría… No hay nada peor que despertarse de la siesta en otra realidad…”- es lo último que piensa antes de llegar al vestíbulo del hotel y encontrarse de frente con ella, esperando, y con todas las cosas que hacer por hacer, por hacer, por hacer.

- “¿Sabes que yo sabía esto, y que iba a ser así?” -dice él.
- “¿Dêja-vu?” -mientras mira hacia la puerta del hotel.
- “No, no. Nada de eso. Es” -termina la frase bajando el volumen.
- “…” -porque ella no le está escuchando ya.

El resto de las personas se arremolinan unas alrededor de otras y se sumerge entre ellas, esperando que regrese esa sensación de triunfo que tenía al bajar las escaleras, pero no hay manera. Una idea se agolpa a la entrada de su raciocinio, a codazos, pretendiendo erigirse como lo que está pensando en ese momento. Es una historia que le contaron, de un tipo que con un mercedes clk se estampó adrede contra un fiat bravo aparcando, sólo para demostrar que en esta vida, para ser chulo, además de cojones hace falta tener pasta.

Y se sumerge, que lo sabe hacer muy bien, entre todos otro rato.



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Siempre pensando que llegas pronto a los sitios y zas!, en el momento más importante te quedas frente a la última nave y el que se monta delante de tí es el mismísimo Gaius Baltar.

2 comentarios:

Spidermanu dijo...

¿Te acuerdas cuando me decías que mi padre había venido del espacio exterior porque tenía una nave?
Pues eso.

monoimitamonos dijo...

ves?

yo tenía razón!