7 de septiembre de 2006

carter lewis

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1940.
Mientras tanto, en otra parte del mundo, al mando de un navío de bandera Napolitana, el Capitán Carter Lewis se preguntaba mientras miraba al horizonte, si realmente hizo bien al dejar de lado aquél proyecto sobre barcos que navegaban por debajo del océano, en vez de hacerlo por encima, como Dios mandaba.

En cualquier caso el olor a sardinas asadas que subía de la cocina le hizo bajarase de sus pensamientos, y bajarse, de hecho, a donde fuese que se estaban cocinando aquellos apestosos pescados.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Mi bisabuelo, tras una de sus incursiones napolitanas en la que tuvo la ocasión de conocer la vastísima cultura del ex voto, decidió, al parecer, recopilar los dibujos de los extraños seres que había observado durante sus periplos submarinos y llevar a cabo con ellos una suerte de capilla en los bajos de la casa familiar de Basilea. Hace escasos tres meses que encontré estas dependencias plagadas de las extraordinarias ofrendas de las plofundidades atlánticas.

Anónimo dijo...

mmmmmm, desde luego, es increivle lo bien que se conservan los genes generación tran generación...

Anónimo dijo...

Desde Salamanca....
Yo creo en la evolución de los genes... y a los hechos me remito...
Por cierto, por aquí me comentan que deberíais meter un poco más de ruido a las caras para que quedasen más reales. Consejos de dos fenómenos.